El monte tenaz
Tremenda la seca en el Oeste Transerrano. La falta de lluvias, las grandes heladas, los vientos de primavera. Polvorientos los montes; los pastizales como yesca; los caminos hechos guadal. Así es la salida del invierno y la primavera en el monte árido de la llanura oeste de Traslasierra.
El monte aguanta, la savia se mueve dentro, las yemas se preparan, los pájaros anuncian pichonadas, Todos anhelan las lluvias, y con ese anhelo, la vida sigue. Si hay suerte, entrado el verano llegarán las lluvias y habrá una época de verdes, hasta mediados del otoño.
Así es el territorio de las familias criollas productoras del monte nativo, que viven y producen desde siempre, con saberes valiosos transmitidos de generación en generación.
La zona árida de Traslasierra, en el oeste de Córdoba, se caracteriza por la presencia de una matriz de bosque nativo chaqueño seco, donde las familias viven y producen en base al uso múltiple de sus recursos.
“Es impensable estar en medio de una zona en la que llueve menos de 400 mm por año, con veranos de más de 40 ºC y, al mismo tiempo, estar inmerso en semejantes bosques, en la complejidad del monte“, confiesa Dardo Rubén López, investigador del INTA. Y agrega: “Esto es posible gracias a las estrategias de las magníficas especies como los algarrobos, los quebrachos blancos, el mistol, los cactus, y tantas otras que logran tolerar las grandes sequías, ya sea almacenando agua o alcanzando agua con sus raíces de napas profundas. Este es el bosque seco. ¡El monte árido chaqueño!”.
Las familias productoras aprovechan la diversidad de recursos del monte nativo en un contexto de sequías cada vez más frecuentes
En esta complejidad árida, de belleza única, en donde otras especies no sobrevivirían, en dónde otros bosques no existirían, habitan las familias de productores del monte. Ellas han vivido y se han adaptado a los ciclos naturales, a su escasez y a su abundancia. Aprovechan la diversidad de recursos que les brinda el monte nativo.
Pero el cambio climático amenaza con sequías más frecuentes y largas, con inviernos y primaveras cada vez más secas, con primaveras y veranos más calurosos. Y esto requiere una rápida adaptación a los cambios.
Las familias han vivido y se han adaptado a los ciclos naturales, a la escasez y a la abundancia del monte nativo.
Apostar a fortalecer las estrategias de diversificación agro-ecológica, la captación y almacenamiento de agua, la eficiencia en el uso de los recursos del suelo, son la base del camino que van recorriendo. En un contexto global, impulsado por una economía de mercado, es crucial que las y los productores más pequeños se agrupen y se fortalezcan, en un presente y futuro en constante cambio. Trabajando en grupo, organizándose, fortaleciendo las relaciones y la comercialización colectiva de los productos.
Sabiduría ancestral
Santa Rosa, El Bordo, El Quemado, La Cañada, El Bañado, Puesto de Urizar y La Patria son los parajes rurales donde habitan las familias. Las más alejadas están unos 15 km de Chancani, el pueblito más importante del bajo del departamento Pocho, donde viven 700 personas, ubicado a 80 km de Villa Dolores, la principal ciudad de Traslasierra, con 30.000 mil habitantes.
Las familias agregan valor a las plantas medicinales, los frutos nativos, los productos apícolas y los lácteos caprinos
Las familias conocen el monte, lo valoran y quieren seguir viviendo en él. El monte es su casa, es su territorio. Mejorar la infraestructura productiva, ampliar el autoconsumo, agregar valor a las plantas medicinales, los frutos nativos, los productos apícolas y los lácteos caprinos, son decisiones cada vez más firmes. La diversificación es una estrategia de adaptación de estas unidades domésticas campesinas ante las condiciones de aridez del territorio, que podría agravarse por el cambio climático.
La diversificación de la producción es una estrategia de adaptación ante las condiciones de aridez del territorio.
Las familias crían majadas de cabras y ovejas, algunas vacas y muchas gallinas, pavos, gansos y patos. Y así obtienen carnes, huevos, leche, lana de ovejas y pieles. También son apicultores y obtienen miel de monte, cera de abejas y elaboran arrope de miel. Recolectan los frutos silvestres: algarroba, mistol, chañar y piquillín y elaboran arropes con esa fruta. Cultivan pequeñas huertas para consumo familiar, árboles para fruta y plantas medicinales. Y tienen sus chacras, que cuando el verano es generoso en lluvias, permite el cultivo tradicional de maíz, junto con zapallos, calabazas, sandías, melones. Toda la producción es agroecológica, en un territorio libre de pesticidas, sin agricultura industrial a la vista,
Producción agroecológica
El monte también les da la madera para hacer cercos y pequeños muebles. Algunos carpinteros rurales conocen el arte de reparar ruedas de sulky, hacer bancos y bateas. Otras familias conservan la memoria de los antiguos oficios (hilandería con huso y rueca, tejido al telar, teñido con tintes naturales, trenzado de cueros),
Y del monte proviene la leña para cocinar y dar sabor a las comidas rurales tradicionales: el pan casero, las tortas al rescoldo, la chanfaina, la gallina hervida, el locro, la cuajada, la mazamorra, el mote, la leche aliñada, los arropes, el patay.
Hoy las familias manejan las redes sociales y la fotografía, de la mano de la tecnología de los celulares, aunque la conectividad y la electrificación rural aún no son derechos plenamente conquistados.
Desde el año 2014, con el apoyo logístico de la Comuna de Chancani e INTA empezaron a celebrar las EXPO ENCUENTRO MONTE: un espacio de revalorización del encuentro de las familias del monte que permitió dar visibilidad a sus alimentos, medicinas y utilitarios, que siguió con la promoción y la facilitación del mercadeo colectivo, hacia los consumidores de los pueblos y las ciudades.
Empezar por el final - por el mercadeo-traccionó todos los procesos productivos y las ganas de mejorar la infraestructura necesaria.La experiencia de comercialización colectiva fue una de las bisagras que permitió movilizar a las familias productoras.
Con esos primeros proyectos y actualmente con los dos proyectos de EUROCLIMA+: “Producción resiliente de alimentos” y “Vivir y producir en el bosque” las familias productoras del monte avanzan con planes de mejoras prediales para 40 hogares. Los proyectos tienen como meta apoyar a las familias que producen en los actuales contextos de cambio climático. Hoy las sequías en el monte son más intensas, y se vuelve más difícil vivir en estos lugares donde el agua es cada vez más escasa. Estas líneas de trabajo de apoyo productivo y organizacional tienen que ver con dar fortaleza a los agricultores familiares del monte.
Las familias productoras del monte avanzan con planes de mejoras prediales en 40 hogares
Se construyeron más de 30 cisternas de placas de 16.000 litros de capacidad, dotadas con bombas solares o eléctricas.
El acceso al agua es uno de los primeros derechos a garantizar, en un territorio de escasa fuente, por lo que las obras para almacenamiento de agua fueron vitales y mediante la autoconstrucción comunitaria se pudieron concretar más de 30 cisternas de placas de 16.000 litros de capacidad, dotadas con bombas solares o eléctricas, según la situación del paraje.
La productora Natalia González explica por qué la construcción de la cisterna de placa dio nueva vida a su territorio. “La cisterna nos cambió la capacidad de almacenamiento. Es más comodidad. Ahora nos animamos y podemos poner plantitas y disponer de agua para los animales. Mi papá y mis abuelos han sabido sembrar 3 o 4 hectáreas. Pero hoy en día no. Muy poco o nada. Nos ha tocado varias veces tener sequías grandes y no tener agua. Este paraje es muy seco, es muy brava la sequía.”
Natalia recuerda muy bien que en una de las sequías más graves, hace poco más de 12 años, la situación fue desesperante.“Teníamos que traer tachos de agua del pueblo para las 200 cabras. En ese momento, cuando hay sequía, se nota hasta lo que toman las gallinas”.
Con las familias del monte se hicieron además más de 20 corrales, de madera y techos de chapa, con divisiones para el manejo de las diferentes categorías. Se concretaron unos 25 cerramientos de alambrado para chacras, plantaciones frutales, reservas forrajeras y de manejo animal. Se armaron unas 30 huertas con malla de alambre tejido y riego por goteo. Se sumaron varios apiarios y se aumentó el número de colmenas.Se construyeron unos 15 gallineros techados, con una incubadora comunitaria, que facilita el acceso a pollitos bebe.
Fabían y Bachi, del paraje Santa Rosa, crían con esmero a sus cabritos y cuidan de cerca sus plantaciones. La reciente puesta a punto de tres cerramientos permitió proteger y mejorar la organización de su producción familiar. En el cerramiento de la chacra siembran zapallo, maíz, sandía y melón, mientras que en otro lugar separado tienen frutales y una pequeña huerta. Pero sin duda el cerramiento forrajero para las cabras es el que más valoran: “El cerramiento de los forrajes es el más importante”, cuenta Bachi.” Porque ahí encerramos a las cabras para que paran”. Fabian detalla los beneficios: “Si las cabras paren en el campo pierden muchas veces a sus crías, se las comen los zorros o los chanchos. Ahí están tranquilas con sus crías; tienen agua y comida y están protegidas”.
“Cuando hay sequía se nota hasta lo que toman las gallinas”.
Natalia, productora del monte nativo.
Natural del monte
En este tiempo, por medio de los proyectos EUROCLIMA+, las familias han logrado desarrollar: dos salas de agregado de valor comunitarias -Agua Viva en el paraje rural La Patria y Las Guapas, en paraje rural Santa Rosa-; una sala comunitaria de extracción apícola Los Zánganos en el paraje Santa Rosa; y Almamonte, el almacén del monte, en el pueblo de Chancani, desde donde se gestionará una tienda virtual (desarrollada en la plataforma Chasqui) y múltiples eventos de revalorización territorial, como la Expo Encuentro Monte y otros.
“Me llamo Alberto Tello pero me dicen Tito”, aclara este productor del paraje El Quemado antes de contar con orgullo su actividad: “Soy apicultor y mi miel se llama Monte Lindo. La envasamos y la vendemos por kilo con la ayuda del Inta. Hace seis años que he empezado y vendo miel totalmente natural. Acá en el monte la abeja trabaja con la flor de Algarrobo, Mistol, Quebracho, Brea o Jarilla. Y también con otras plantas como el Atamisque, el Tintitaco o el Garabato. Acá no tenés sembrado nada, es todo totalmente natural del monte”.
Alberto Tello, apicultor del paraje El Quemado
Tito forma parte de Familias Productoras del Monte (FPM), un grupo integrado por productores del monte nativo del oeste Córdoba, que elaboran distintos productos: miel, dulces, arropes de frutos del monte -Algarroba, Piquillín, Misto, chañar- y quesos de cabra entre muchos otros alimentos. Otras familias son artesanas y, por ejemplo, preparan pieles de cabrito. A través de una página de Facebook logran vender sus producciones a clientes de Córdoba, Buenos Aires y otras ciudades del país.
Marcela Ledesma cuenta la experiencia compartida: “Lo que nosotros tratamos de hacer es apoyar la comercialización de los productos de las familias y ayudarlas a vender esos productos - que están muy metidos en el monte- en las ciudades. Tenemos un encadenamiento del traslado de los productos hasta Villa Dolores que está a ochenta kilómetros. Ese proceso lo fuimos desarrollando de a poquito y siempre con la ayuda de la comuna que a veces facilita los traslados”.
En el último tiempo, el grupo fue creciendo en escala y en cantidad de familias que participan. Con este impulso se empezó a pensar en tener un punto de acopio en el mismo pueblo de Chancaní para la preparación de los envíos y también para la venta directa. “Construimos un almacén del monte, llamado Alma Monte, que está en pleno corazón de la comunidad'', cuenta Ledesma.
Productores e investigadores coinciden en afirmar que la venta directa fortalece el arraigo. Sacados del territorio, los productos pueden perder parte de su origen, de su esencia, de la identidad que tienen. Ledesma explica que la idea es fortalecer a los productores en su propio lugar.“Este territorio tiene la particularidad de que conserva mucho bosque nativo", explica. "Nos parece que eso es lo más valioso que tenemos, y que entonces es en este lugar donde hay que ofrecerlo”.
Las familias cuentan con equipamiento comunitario e insumos para mejorar los procesos de agregado de valor a la leche caprina, a los frutos del monte y a las hierbas, como molinos, balanzas, prensas de frutos, heladeras, set de frascos, etiquetas y folleteria propia.
Las familias cuentan con equipamiento comunitario e insumos para mejorar los procesos de agregado de valor
Con sólo una chispa
En el gran territorio del Este Transerrano, otro gran proceso “silencioso” genera un estruendoso cambio. Allí, en el piedemonte del cordón de las Sierras Grandes y de los Comechingones, se suceden un conjunto de pueblos que vienen creciendo a un ritmo muy acelerado por avance urbano y turístico sobre el bosque serrano. Es un territorio mucho menos árido que el del oeste, con bosques más diversos, pero con un riesgo de ocurrencia de incendios mucho más elevado, por las condiciones de cambio social y cambio climático.
La mayor parte del Este de Traslasierra, tiene un historial de incendios, que estremece: de 55 mil hectáreas relevadas, entre 1987 y 2018 se quemaron 41.237. A veces los números impactan, otras, apabullan, o tienen tal nivel de abstracción, que no dicen nada. La comparativa ayuda: 41.237 hectáreas son 412,37 km cuadrados. Es como si se incendiasen unas 82.500 canchas de fútbol o poco más del 70% de Córdoba capital o dos veces la Ciudad de Buenos Aires.
En el contexto de cambio climático, se registra un aumento de la recurrencia de sequías e incendios, lo que plantea desafíos enormes para que las familias puedan mantener sus condiciones de vida y producción en el monte. Laura Cavallero, investigadora de CONICET en la Estación Forestal del INTA-Villa Dolores, traduce los resultados duros de un estudio reciente: “Con el cambio climático la recurrencia y extensión de los incendios será mayor, ya que los modelos de circulación general predicen un aumento en la temperatura media anual, así como también un incremento en la extensión y severidad de la estación seca, con una mayor concentración de precipitaciones. Por este motivo, se recomienda considerar a Traslasierra como un territorio con alto riesgo de ocurrencia de incendios forestales y se requieren acciones concretas de prevención y mitigación, alertas tempranas, inventarios de reserva de agua y equipamiento disponible.”
“Antes los inviernos eran un poco más húmedos. Ahora están muy secos. El último invierno no nos ha caído ni una lluvia. Ni tampoco nieve”. Roberto Maldonado, productor de la zona de los Molles
Desde el año 2011, el INTA-Estación Forestal Villa Dolores trabaja con un conjunto de familias productoras ganaderas serranas, dedicadas a la cría vacuna, que sufrieron la ocurrencia de los incendios y que junto con vecinos voluntarios de los pueblos crearon el “Consorcio Champaqui, defensa del monte nativo”, una experiencia socioorganizativa pionera en la provincia de Córdoba en la prevención de incendios.
A través de varios proyectos INTA (PROFEDER, PRET, ARGENINTA) y actualmente con los dos proyectos de EUROCLIMA+: “Vivir y producir en el bosque” y “Resilientes”, las familias productoras serranas realizan mejoras de la infraestructura productiva y del manejo ganadero.El Consorcio Champaqui logró aumentar su equipamiento y fortalecer sus acciones de prevención y mitigación de la ocurrencia de incendios. Asimismo, en el contexto de los proyectos Euroclima, el Consorcio Champaquí, en conjunto con la Estación Forestal INTA-Villa Dolores y Bomberos Voluntario de Villa de las Rosas, han realizado diversas capacitaciones, asociadas al ordenamiento territorial y a la gestión de incendios en la región.
Resilientes en Traslasierra:
Las voces de 3 comunidades
Que unen sus historias
Para enfrentar el cambio climático
Córdoba perdió más del 93% de los bosques y los últimos relictos persisten en el arco noroeste, donde se ubica Traslasierra. Las familias del monte defienden su entorno y crean condiciones para el buen vivir. Sin embargo en esa región también avanza la frontera inmobiliaria-urbana y la agricultura de cultivos anuales, como así también las pasturas implantadas bajo riego. Estos factores, potencian los efectos adversos del cambio climático, que acentúa la ocurrencia de sequías, la degradación de los bosques y aumenta la frecuencia y severidad de los incendios.
El arco del noroeste es la zona de Córdoba con los índices más altos de necesidades básicas insatisfechas, a los que se suma la carencia de servicios agropecuarios y una deficitaria infraestructura en salud. El avance de la frontera agropecuaria e inmobiliaria genera expulsión de las familias y pobladores rurales.Pero las familias productoras de Traslasierra persisten. Co-diseñan tecnologías para la resiliencia.
Enfrentan el cambio climático.
La pérdida de bosques profundiza los efectos del cambio climático, con menor capacidad para fijar carbono en los agro-ecosistemas y para regular la dinámica hídrica
Las proyecciones para los próximos veinte años indican que los impactos del cambio climático podrían aumentar la sequía y la probabilidad de incendios sobre todo en la primavera. Se incrementaría la temperatura promedio y las frecuencias de las olas de calor amenazarían el desarrollo de cultivos y la disponibilidad de pasturas. Entre los pronósticos menos alentadores existe la posibilidad de un efecto dominó entre incendios, severidad de tormentas y erosión de suelos, lo que podría dar lugar a inundaciones, deslizamientos y afectación de los recursos hídricos.
Estos datos elocuentes se construyeron mediante la realización de talleres donde se vincularon las percepciones de 40 familias rurales de la comuna de Chancaní y de los municipios de Nono y San Javier. Allí se confrontaron con los datos climáticos disponibles y luego se tomaron estos indicadores para construir medidas de adaptación que se llevaron a cabo con el Proyecto EUROCLIMA+
Tanta hermosura
En el entorno de Traslasierra, en su monte nativo, en los saberes de sus familias campesinas estallan los paradigmas culturales de la modernidad. ¿De dónde procede nuestra representación de la naturaleza y sobre qué bases se han desarrollado la ciencia y la tecnología en los últimos siglos?
Vivir en el monte
(por Marcela Ledesma)
Últimas luces del atardecer,
con el sol que demora en irse,
sobre los llanos del poniente,
y la luna llena saliendo en el naciente,
sobre la sierra de Pocho.
A veces ocurre que estamos ahí, en el monte, y el tiempo se detiene, y no alcanzan los ojos para tanta hermosura.
La crisis climática es la primera que pone en tensión la visión instrumental que predomina en la modernidad. Nos desafía, como plantea Maristella Svampa y Enrique Viale en “El colapso ecológico ya llegó” a reelaborar desde otras coordenadas la relación entre sociedad y naturaleza. “Está claro que no todos los pueblos transitaron el mismo camino ni aislaron a la naturaleza o la consideraron un ámbito externo al servicio de la humanidad”, afirman.
La experiencia de las familias productoras del monte, lo comprueban. En Traslasierra el monte es alimento, remedio, cobijo. el monte es vida. Es monte tenaz.